SEUDÓNIMO:
NARRADOR VIRUÑERO
EL
GENTIL DEL CERRO PIÑA
Cuentan algunos agricultores
de la Provincia de Virú que sus tierras estaban encantadas; ya que sus sembríos
desaparecían constantemente, aunque en realidad sus cultivos eran hurtados por un gentil
(1) quién sustraía las cosechas, después se refugiaba en el cerro
Piña, ubicado muy cerca de sus chacras, posteriormente se esfumaba. Ellos no
tenían ni la más mínima idea del porqué desaparecían sus productos y si el causante de este problema
era humano o animal, solo se reparaba en el lugar algunos rastros muy confusos
que finalmente resultaron ser el desenlace de esta historia.
Un viejo agricultor de
nombre Rogelio, había salido en la madrugada de su natal Campositán, al llegar
al pueblo de Virú se encontró con sus congéneres y se entregaron al regazo del Dios Baco con su colorada chicha
de jora, ya de regreso a su casa, cerca de las doce de la noche, el viejo no pudo más con su cuerpo quedándose
dormido entre los maizales de su chacra. Precisamente ese día la luna, cual
queso alojado en el cielo, chisporroteaba sus rayos que proveían de luz natural
a todos los pobladores, entre sueños el briago campesino escuchó el canto de un
pájaro que anunciaba la presencia de algo o de alguien con un sonido onomatopéyico
inconfundible ¡CURÚ, CURÚ, CURÚ…! Este canto bailó en sus sesos y ocasionó que
entre sueños, el iracundo hombre lance algunos improperios: ¡Déjame tranquilo
carajo! ¿No ves que estoy durmiendo?, ¡pájaro de mierda!, no bien había terminado
de imprecar, se le presentó una sombra que duplicaba su tamaño, aquel
espectro traía asido a su cuerpo una alforja
(2), allí mismo se le quitó el sueño y emprendió enardecido el
siguiente coloquio: Así que tú, es el que astás(3)
robando mis sembríos, ¡ahora sí carajo!, ¡me las vas a pagar!, se acercó con
los puños cerrados y la cabeza gacha para propinar un golpe, pero no logró su
cometido cayendo desmayao(4) y
jateao(5) en el acto.
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(1) Gentil: se dice de un
habitante anterior a los incas.
(2) Alforja: especie de
talega abierta por el centro y cerrada por sus extremos, los cuales forman dos
bolsas grandes.
(3)
Astás: dialecto de origen
campesino que hace referencia al término estás.
(4)
Desmayao: dialecto que hace
referencia a la palabra desmayado.
(5)
Jateao: dialecto que hace
referencia a la palabra dormido.
Al albor del nuevo día,
acariciado por el coro de los gallos, el anciano no tenía idea de lo que había
sucedido y en sus adentros cavilaba: va carajo, que sueño pa más raro he tenido – decía-. Se
levantó y se fue dónde su mujer quién lo esperaba hecha una fiera y al mismo
tiempo refunfuñaba: ¿Dónde te has metido?, ¿con otra hembra seguro has estao?,
en tanto el confundido hombre solo atinó a decir que había estado muy zampao(6) quedándose dormido
entre los maizales, luego se despertó limpio meao(7) ratificaba.
Ya no jodas mujer _ le decía_ te voy
a dar tu caldenque(8)y en
la noche habrá tiempo pa amistarnos.
En la madrugada, para
aprovechar la luz de luna, el anciano en compañía de su hijo mayor Santiago, salió
a regar su chacra, allí se encontró con
sus conocidos quienes realizaban la misma faena, ellos comentaron que los
productos de sus chacras estaban desapareciendo progresivamente y se estaban
quedando sin provisiones, en ese momento asomó su hijo portando una alforja; el anciano miró el talego
confeccionado con hilos multicolores y diseño propio de una cultura pre inca,
el joven sorprendido por su hallazgo se lo mostró a su padre y también lo
observaron los demás, el progenitor empezó a recordar lo acontecido la noche
anterior y lo relató detalladamente, aunque sus interlocutores se carcajearon
dejándolo en ridículo ante su hijo. El veterano muy molesto replicó: ¡Qué se
ríen huevones (9),
lo que explico es verdad!, les digo que ese bulto era enorme y justo llevaba
cruzao a su pecho esa alforja que mi hijo ha encontrao, así que cuando haiga(10) el primer día de luna
llena nos reuniremos aquí mismo, a la medianoche y nos sacaremos la duda pa que
ustedes vean con sus propios ojos y comprueben si es verdad o mentira lo que he
visto. Ellos menearon sus cabezas en señal de asentimiento; dicho esto, el
agricultor seguido por su hijo, llevó consigo la alforja y lo escondió celosamente
dentro de un baúl hasta que llegue el día pactado.
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(6)
Zampao:
dícese
de la persona ebria.
(7)
Meao:
miccionado
en los pantalones.
(8)
Caldenque:
diminutivo de caldito.
(9)
Huevones:
adjetivo despectivo y vulgar de la palabra imbécil.
(10)
Haiga: Barbarismo muy
empleado en la zona hace referencia a la expresión haya.
Se asomó el primer día de
luna llena, el campesino se dirigió a
empuñar la alforja pero no lo
encontró, preocupado y asustado interrogó a su familia aunque ninguno de los
integrantes sabían de lo que hablaba.
Los horticultores no
esperaron al viejo en el lugar acordado, sino se fueron a buscarlo hasta su
casa, allí lo encontraron muy contrariado y a éste no le quedó otra que contar
lo ocurrido, obviamente sus colegas creyeron que se trataba de una tonta
excusa, sin embargo, el intrépido anciano y sus incrédulos camaradas se
dirigieron a la chacra de maizales, murmurando sus acompañantes por el camino
la pendejada(11)del
viejo.
Llegaron al sitio,
aproximadamente un cuarto para las doce, se sentaron en forma semicircular y se
recostaron sobre las gruesas raíces de un viejo
algarrobo, allí sacaron sus checos(12),
su coca y su cal y empezaron el chacchado(13),
sentían en sus lenguas la dulzura de la hoja mística, de pronto escucharon el
canto fúnebre que azotaba sus orejas ¡CURÚ, CURÚ, CURÚ…! era el acto
premonitorio que anunciaba una fantasmal presencia que ponía los pelos de punta
a los presentes y estrujaba sus pechos con un miedo inexplicable, tenían entre
sus ojos la figura de un aparecido levitante quién se acercaba lentamente a sus
chacras y empezaba a atiborrar una peculiar alforja, la misma que había
desaparecido de la casa del viejo, con los productos extraídos de las entrañas
de sus tierras, todos ellos estupefactos observaban el accionar sin mediar
palabra alguna, después de este hecho el espíritu se retiraba raudamente y
dejaba una tenue neblina por su paso, esta situación la aprovecharon los
campesinos quienes armados de valor y empujados por el coraje del viejo
campesino decidieron seguir el rastro, cruzaron una acequia y prosiguieron por
un empedrado natural hasta las faldas del cerro Piña, allí el rastro comenzaba
a desvanecerse…
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(11)
Pendejada:
femenino
coloquial de tontería (dicho o hecho tonto)
(12)
Checo:
mate
burilado pequeño que se emplea por los campesinos para almacenar cal.
(13)
Chacchado: Costumbre de
campesinos que consiste en masticar las hojas de la coca.
Luego de contemplar este
suceso, decidieron regresar a sus casas, aun muy temerosos, el viejo aprovechó
la situación y les restregó en la cara: ¡y ahora qué dicen mariconazos!,
incitándolos en todo momento para regresar la próxima noche al lugar donde desapareció la sombra, aunque
esta vez no vendrían con las manos vacías, sino traerían consigo azadones y armas. Los campesinos para no mellar su honor, demostrar su
valentía y no dejar en duda su hombría aceptaron la propuesta, aunque más de
miedo que de ganas, pero igual el trato ya estaba sellado y no había vuelta
atrás.
Así fue, el cielo se tiñó de
negro y la luna, libre de ovejas grises que opaquen su claridad, se convirtió
en la fiel compañera de los lugareños; ya en el lugar y provistos de palas
comenzaron a cavar muy apresurados. Súbitamente, emergió al otro lado del cerro la imagen de
un espectro con rasgos genuinos de un gentil inca cuya voz estridente
pronunciaba: ¡Qué hacen en mi casa!, los campesinos aterrados soltaron sus
palanas y empezaron a correr, sin embargo, el viejo bizarro se paró delante de
él y le exigió que devuelva los productos de su pertenencia. La voz siniestra
profirió ¡sigue el rastro!, el anciano
hizo caso a la orden, repentinamente el cerro se abrió y dejó ver sus entrañas,
allí se vislumbraba un lugar paradisiaco lleno de árboles frutales, la
misteriosa voz replicó: ¡Tomen las alforjas y llévense lo necesario! Los otros
acompañantes movidos por la curiosidad se fueron acercando lentamente muy maravillados,
en tanto el viejo reclamó lo suyo diciendo: nosotros no queremos esas frutas,
sino nuestros productos que han sido robados, con resoplo estruendoso se
escuchó, ¡esto es lo que les ofrezco y nada más, lo toman o lo dejan! Los
agricultores muy temerosos y desconfiados solo llenaron en sus respectivas
alforjas pocas frutas; ya que nunca en su experimentada labor habían cargado
sobre sus hombros productos tan pesados.
Culminada su labor, salieron
corriendo despavoridos hacia la portada del cerro, una vez fuera éste se taponó
y desapareció el fantástico panorama. Muy exhaustos retornaron a sus casas, cargando las pesadas alforjas comentaban acerca del cerro
hablador y creyeron que se trataba del maligno, por eso no se atrevieron a
husmear el contenido de los bolsos hasta
llegar a un lugar seguro.
Con los primeros rayos del
sol, el viejo se despertó con unas ganas irresistibles de consumir la recia
piel roja que escurre su néctar y al paladar sonroja, estos frutos extraídos
del cerro como todos los demás, se habían convertido en oro puro. Muy
emocionado el agricultor relató la historia a su familia y por supuesto mostró
el contenido de la alforja, ellos se mostraron estupefactos, lo mismo sucedió
con los otros campesinos. Todos se convirtieron en personajes acaudalados, propietarios
de grandes extensiones de terrenos, la noticia no tardó en extenderse como
pólvora en infierno, por tal razón sus contiguos empezaron a comentar acerca de
los nuevos opulentos y a la letra decían: esos muertos de hambre, seguro están metidos
en la pichicata(14), antes
no tenían ni pa tragar y ahora se han convertido en grandes señores, con este ánimo
cizañoso se enteraron de la obtención de la riqueza y les picó el apetito de la
codicia, fueron donde el viejo y éste no se negó a llevarlos al lugar, así que los
trasladó hasta las faldas del cerro, allí se abrió un socavón relampagueante como
los rayos de sol y los codiciosos, provisionados de grandes costales se
introdujeron rápidamente, el viejo no
participó de esta contingencia y permaneció en la entrada, mientras tanto los
ávidos pobladores empezaron a saquear lo que estaba a su vista, en un santiamén
se escuchó una tenebrosa voz rezongando: ¡ladrones!, ¿por qué están robando en
mi casa?, ¡ahora por su codicia se quedarán aquí, para siempre!, el cerro bajó
su lengua de tierra y todos quedaron atrapados sin saber más de ellos.
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(14)
Pichicata: término referido a la
persona narcotraficante o enriquecimiento ilícito por venta de drogas.
AUTOR. ELIAS ARRIAGA VASQUEZ 4 “B”
I.E.VIRU
GANADOR DEL PRIMER PUESTO EN LOS VIII
JUEGOS FLORALES NACIONALES 2012
CATEGORIA CUENTO.
CONVOCATORIA
ResponderEliminarINSCRIPCIONES HASTA EL 20 DE JUNIO
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